Capítulo 1 - De oeste a este

 Era enero de 2016 cuando fui aceptada en la Universidad de Belgrano en Buenos Aires.

Yo acababa de empezar el segundo año de mi carrera como Psicóloga en la Universidad de Salamanca, pero ya estaba preparada para cruzar el mundo y vivir aventuras diferentes, en lugares diferentes. Pasé semanas planeándolo todo, incluso buscando apartamento y viendo cómo cambiar mi dinero a... ¿con qué se paga en Argentina? Mis padres, por aquel entonces, estaban bastante tensos con la idea de que fuera a cruzar medio mundo, y que fuera a irme sola, pero en todo momento apoyaron mi decisión y trataron de ayudarme todo lo posible.

Pero los planes cambiaron. Mis dos hermanas pequeñas también fueron admitidas en la Universidad, y con todo ello los gastos que supondría para mis padres tenernos a las tres fuera de casa. Así que fui a por el plan B. Cerrando casi los ojos realicé una solicitud online para una beca Erasmus. Imaginé que al ser algo en Europa, además de más cerca de casa, sería más barato. Ni siquiera revisé las opciones que escogí y envié el formulario.

Dos meses más tarde estaba buscando en el mapa en qué país estaba "Tallinn". Y así empezó todo.


De mis planes de viajar al cono sur en el oeste, me trasladé al la esquina superior derecha del este, y llegué a Estonia aquel verano de 2016. Sin saber que hasta día de hoy, Tallinn iba a ser mi hogar.

Estar en un país tan diferente, donde el idioma nacional dista bastante de cualquier cosa que hayas nunca escuchado en tu vida, "te forja el carácter", como diría mi abuela. Tuve la suerte de poder practicar inglés, que ya estaba algo oxidado, y con ello poco a poco ganar fluidez y confianza.

Al terminar el año de Erasmus me había enamorado de aquel pequeño país, y sin pensarlo mucho, decidí quedarme.

Conseguí un trabajo para poder mantenerme de forma independiente, y a la vez seguí estudiando mi carrera a distancia.

Fue mi primer trabajo, mi primer sueldo, mi primer apartamento, a los 21 años. Las cosas se pusieron serias y supongo que se me siguió forjando el carácter. Mi abuela tenía razón.

Sobreviví varios inviernos en este lugar congelado, y según iba creciendo, conociendo, y cambiando, así lo hacía también mi trayectoria profesional.

Tomé cada oportunidad que me pasó por delante, y en un par de años me convertí en una de las Recruiters in-house de una startup Fintech internacional (esto no se muy bien cómo explicárselo a mi abuela).

Gracias a esta posición, y el impacto que tiene en la propia empresa y en el sector en general, he podido poner mis conocimientos, mi pasión y is ideas en práctica, y junto a ello todos mis valores. Llevo a cabo el reclutamiento de programas especialmente dedicados a mujeres en el mundo de la tecnología, y en general de personas de orígenes diversos que sufren de discriminación en el ambiente laboral.

Vivo en un país pequeño, donde los inviernos solo tienen 4 horas de luz al día, pero jamás cambiaría la experiencia que he vivido, que sigo viviendo, y de lo que ahora siento que soy capaz.

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